ASCÁN, del Grupo Empresarial SADISA, ha resultado adjudicataria por el Ayuntamiento de Santander de las obras de rehabilitación y adecuación del Palacio Riva Herrera por un importe total de millón y medio de euros. Este inmueble se encuentra en avanzado estado de deterioro, manteniéndose en pie sólo los muros de carga y elementos construidos en piedra. La parcela se encuentra situada en la calle General Dávila, 131, contando con una superficie próxima a los dos mil metros cuadrados.
La actuación que se realizará tiende a la conservación, consolidación y rehabilitación de lo existente con el fin de respetar y recuperar el edificio y convertirlo en futuro Centro de Enseñanzas Artísticas del Ayuntamiento.
En este objetivo, se llevarán a cargo trabajos en los elementos murarios, tanto en la torre como en la casa palacio. En fachadas se realizarán una previa preconsolidación, posterior limpieza con los medios menos agresivos y uso de rayo láser en zonas puntuales, con posterior consolidación de los muros. Por último, se realizará una protección de la totalidad de los muros contra la humedad.
Las carpinterías, asimismo, serán de perfiles de aluminio anodinados de la mínima sección posible y en un tono neutro, para minimizar el impacto y neutralizar su existencia. Además de lo anterior, se procederá a levantar nuevas cubiertas en el edificio, dotarlo de forjados igual a los que existían y de las instalaciones necesarias para poder desarrollar el uso que se propone (electricidad, iluminación, fontanería, saneamiento de aguas, calefacción, telefonía, red de datos, etcétera).
HISTORIA DEL PALACIO PRONILLO.
El Palacio de Riva-Herrera o de Pronillo se encuentra en el Barrio de Pronillo. Está declarado como Bien de Internes Cultural el conjunto compuesto por la torre, las murallas y conjunto monumental de la casa noble.
A mediados del siglo XVI, etapa en la que Santander disfrutó de un importante crecimiento urbano propiciado por el auge de su puerto y la mejora de sus comunicaciones con la meseta, la familia Riva-Herrera (ligada a los negocios portuarios), adquirió en esta época una especial relevancia, controlando buena parte de la vida económica de la ciudad. El linaje fundador de los Riva-Herrera, provenía del otro lado de la bahía, del pueblo de Gajano, donde aún se conserva su torre. La familia también poseía una antigua torre y, al parecer, una ferrería en el lugar de Pronillo, por aquel entonces, en las afueras de Santander.
Fue a mediados del siglo XVI cuando Fernando de la Riva-Herrera decide remodelar la torre medieval y construir un palacio más acorde con su condición y con los gustos y necesidades de su tiempo. Don Fernando era por entonces Proveedor General de las Armadas del Mar Océano, esto es, el supervisor de la construcción de los buques de guerra de la corona. La torre se remodeló abriendo ventanales, añadiendo motivos heráldicos, así como remates en la cornisa de flameros y gárgolas. Igualmente se adosó un cuerpo horizontal de dos pisos, con fachada abierta mediante un pórtico de dos arcos escarzanos que da acceso al zaguán y que se divide con una columna central decorada con un capitel corintio simplificado.
En la zona norte de este añadido se construyó una pequeña capilla cubierta por una bóveda de crucería de arcos apuntados apoyados sobre ménsulas y con motivos heráldicos en sus claves. De la misma época se conserva una portalada, con un magnífico escudo de los Riva-Herrera y Alvarado en el exterior, y un original reloj de sol, muy deteriorado, en su fachada interior. El conjunto se completaba con una cerca defensiva, un patio de armas y algunas edificaciones secundarias hoy desaparecidas.
La obra del palacio ha de relacionarse, por su estilo, con el foco renacentista burgalés y, posiblemente, con arquitectos como Simón de Bueras o Lope García de Arredondo, autor este último del Ayuntamiento de Laredo. Tras el desastre de la Armada Invencible, fue Riva-Herrera quien hospedó a Medina-Sidonia en su palacio el 21 de septiembre de 1588 y desde allí, el día 23, escribió al rey. Se cuenta que Felipe II, al leer la carta, dijo la famosa frase: “Yo mandé mis naves a luchar con los hombres, no con los elementos”.